Las siguientes letras son un rescate. Dejaron de ser mias desde hace mucho, para ser ahora de todos aquellos que se vieron reflejadas en ellas.
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El filo naranja del amanecer intentaba colarse entre un par de cortinas bien cerradas, él respiraba su pelo mientras la abrazaba y le hacía la pregunta de todos los días.
- ¿Te había dicho hoy que te amo?-
- No, no me lo habías dicho-
- Te amo-
- Yo también-
- Si, pero yo hablo en serio-
Ella lo miró y sonrió, movió su cabeza he hizo una respiración profunda, volvió a refugiarse en sus brazos. Miró a su alrededor.
- ¿Haz leído todos estos libros?-
- No todos, algunos los estoy guardando-
- ¿Guardando para que?-
- Para el momento en que me llamen a leerlos, eso es mejor a querer leer y no tener nada.
- Yo no te he dicho hoy que te amo, pero estoy segura de que te lo escribí muchas veces en uno de esos libros-
- Así es, en mis mejores 90 minutos en el cielo-
- Algo me dice que ese tampoco lo haz leído-
- Ese será el último libro que leeré-
- ¿Y esos discos también esperarán?
- No, esos ya los he escuchado todos-
Él tomó el borde de la sabana que la cubría y comenzó a bajarla lentamente hasta llegar a los límites de su cintura, dejando al descubierto todo su pecho. Ella lo miraba y esbozaba una ligera sonrisa a la vez que se mordía los labios. Se detuvo justo por debajo de su ombligo mientras le hablaba sin dejar de mirar sus senos.
- ¿Te das cuenta? que raro que después de verse desnudas las parejas se vuelvan a cubrir-
- Es que hace frió-
- Déjame quitártelo. ¿Te han tocado a Chopin?-
- Sí, lo he escuchado-
- No, me refiero a que si te lo han tocado-
- No, nunca, ¿me lo vas a tocar tú?-
El Nocturno número 2 de Chopin comenzó a llenar la habitación aún mejor que la luz naranja que seguía insistiendo con entrar. Una a una las notas de piano eran reproducidas e interpretadas en su piel, en todo su cuerpo, como en un suave teclado era ejecutado diestramente por él.
- No sabía que supieras tocar el piano-
- No sé tocar el piano-
- Deberías intentarlo, aquí lo haces muy bien-
- Así es como me imagino que suenas-
- Nadie me había tocado así-
- Lo sé-
- Gracias por quitarme el frío, me gustaría hacer algo por ti-
- Puedes hacerlo, enséñame algo que yo no sepa, esa es la mejor forma de recordar siempre a alguien-
- Tu sabes que te enseñaría lo que fuera, ¿quieres que te enseñe a patinar?-
- No, mejor enséñame a soltarme, lo haces tan fácil, te desprendes tan rápido de todo, te quedas con nada, sin algo, quién lo hiciera tan bien como tú-
- De acuerdo, éste momento podría ser una buena oportunidad para intentarlo-
- No, hoy no, algo como lo de hoy quiero conservarlo un poco más, tal vez mañana-
- De a cuerdo, tú me dices-
Por un momento lo único que compartieron fue el silencio de sus pensamientos, el dialogo y el correspondiente descifrar de sus miradas, a la vez que sus cuerpos se seguían reconociendo en medio de un abrazo que por momentos parecía eterno.
Él volvió a preguntar.
- ¿Ya te había dicho hoy que te amo?-
- No, no me lo habías dicho-
- Te amo-
- Más te vale. Yo también-
- No te creo-
- Pues no me creas, hazle como quieras-
- Está bien, así es como quiero-
Ella se incorporó, dejando al descubierto una hermosa espalda que él miraba recostado, con una tonta sonrisa que ninguno de los dos podía ver.
- Nunca había visto una espalda como la tuya-
- ¿Crees que es rara?-
- Sí, tiene algo, me encanta-
- Seguro eso le dices a todas-
- ¿Cuáles todas?-
- A todas las que han estado aquí antes que yo-
- No lo sé, tal vez, tú sabes que mi memoria es muy mala, no recuerdo que alguien haya estado aquí antes que tú-
- Pero acabas de decir que tu memoria es mala-
- ¿Qué si las hubo?-
- No, nada, sólo pensaba si alguien podría escapar de un lugar como éste-
- Se puede, ya lo han hecho-
- Ves cómo sí hubo alguien-
- Siempre habrá alguien antes, ese alguien que nos trae hasta aquí-
- Tienes razón, siempre lo hay-
- Siempre…-
- Si, siempre…-
Desde el librero, junto a un par de velas que todo el tiempo acompañaban sus encuentros, un pez flotaba inmóvil.
- Creo que tu pez está muerto-
- Es Octavio, y no creo que éste muerto-
- Octavio Pez… que original ¿Y él también es escritor?
- No, él es un pez Betta-
- No conocía a esos peces-
- ¿Y te interesa conocerlos?-
- Mmm… sí-
- Mmm bueno, pues es también llamado luchador del Siam. Es una de las especies más populares entre los peces de agua dulce. Es miembro de la familia gourami, que es también de la familia Osphronemidae, del orden de los Perciformes, aunque fue clasificado entre los Anabantidae. Es nativo de la cuenca Mekong en el sureste de Asia-
- ¿Es de los que son solitarios y agresivos?-
- Sí, también son solitarios y agresivos-
- Ahora entiendo, ahora todo encaja-
- ¿Y qué es lo que entiendes?-
- Todo…-
Sus profundos ojos claros seguían recorriendo el lugar en busca de más pedazos de él, cosas que colgaran de las paredes. Él seguía mirando como ese corto cabello negro llegaba hasta su oreja, dejando al descubierto su espalda, ese lienzo en el que moría por seguir dibujando. Volvió a preguntarle.
- Tengo una duda, ¿ya te había dicho hoy que te amo?-
- No, no me lo haz dicho-
- Te amo-
... silencio
- ¿Sabes? Mejor te voy a regalar un gato-
- Odio a los gatos-
- Yo también, aunque en mi otra vida fui gato-
- Pues ahora tengo una razón más para odiarlos-
Ella miró una vez más la habitación, como presintiendo que sería la última vez que estaría ahí. Por primera vez él no soportó su silencio y tuvo que disiparlo.
- Aún no te vas y ya te extraño-
- No me extrañes, haz que me quede-
- ¿Hacer que te quedes? ¿Cómo podría yo hacer eso? no me atrevería, tu bien sabes que si te quiero conservar no te puedo retener-
- ¿Entonces que necesitas?-
- Sólo necesito que no me necesites-
- ¿Estas seguro de lo que me pides? Sabes bien que puedo hacer eso-
- Sé que puedes hacerlo, por eso te lo pido. Comenzaste siendo mi necesidad, ahora has trascendido y te has convertido en mi elección -
Se hacía necesario cambiar el tema, cualquier cosa que no se encaminara a una despedida inminente, pero no ahí, no en ese momento. El hizo el primer movimiento.
- ¿Recuerdas cuando nos conocimos en el avión?-
- Claro que lo recuerdo, yo iba sentada junto a la ventana y al lado de ti una persona dormía-
- Si, en ese vuelo nocturno en el que parecía que veías lo mismo que yo-
- Claro que lo recuerdo, fue tan hermoso volar a tu lado sin saber quien eras, compartiendo una manta, recuerdo que debajo de ella conocí tu mano -
- Y debajo de ella yo te conocí a ti-
- Me gustaría tanto volver a vivirlo-
- ¿Volver a volar?-
- Sí…-
La tomó suavemente por los hombros, y al momento que la atraía hacia su pecho volvió a respirar con fuerza el aroma de su pelo. Ella lo abrazó nuevamente, sintiendo que también podría ser esa su última oportunidad. En ese momento volvieron a ser tres en un solo cuerpo. Él preguntó por última vez.
- ¿Acaso en este día ya te había dicho que te amo?-
- No, ni en todo el día ni en toda la noche-
- Te amo-
- ......... Lo sé-
- Esa es la respuesta que quería escuchar-
- Creo que ya es hora, feliz año nuevo-
- Feliz año para ti también-
La luz naranja que se había vuelto amarilla nunca logró iluminar completamente la habitación, a lo lejos se escuchaba el sonido de una aspiradora, Octavio Pez permanecía inmóvil. Ella con una voz casi imperceptible le susurró al oído.
- Tengo sueño-
- Qué no haría yo por ti-
Entonces él se convirtió en suave aroma, en un cálido sueño que la envolvió hasta que se quedó profundamente dormida.
MPPX