El Blog de Marco Polo Pérez Xochipa

sábado, 24 de julio de 2010

Encuerarse es más que quitarse la ropa

Este es sólo un recordatorio para mi de que el cuerpo es de quien vive en él, de quien lo habita al nacer y lo cuida mientras duerme. Que no es ni un templo ni algo que se encierra, se ofrece, se guarda o se intercambia; si acaso eso sí, se comparte. Y esto ocurre solamente en el momento en que el cuerpo es más tuyo que nunca, cuando se lo quitas a los espíritus "santos" y se los entregas a los "blue demons", cuando no lo endosas o lo cedes a quienes se lo apropian con el argumento de que te aman y entonces lo etiquetan, lo delimitan y se lo apropian haciéndolo exclusivo "de" o "para". Despojarlo de la ropa y cubrirlo con el disfrute es una de las pruebas máximas de libertad, es un terreno donde no entran los ojos ni las manos ni los prejuicios de nadie (así estemos rodeados de todo eso), entonces es sólo nuestro deseo de estar bien con él, de reconciliar, recuperarlo, donde tus movimientos y desplazamientos no están marcados por las tendencias o las modas Totalmente Palacio, donde las formas son sólo eso y el fondo se convierte en mucho más.

El termino encuerarse es total, es primero mente (o alma, que al final no hay mucha diferencia pues residen en el mimo lugar) para concluir con la consecuencia natural de ir dejando caer todo lo que te sobra, que curiosamente casi siempre termina siendo la ropa.
El cuerpo euncuerado va mucho más allá que una quitada de prendas para bañarse en las mañanas, el cuerpo des-nudo (sin nudos, desamarrado, sin ataduras) tiene que ver más con nosotros que con el resultado expreso de una reacción de aceptación o rechazo; y para irlo des-anudando se debe empezar por arriba, por la cabeza, porque cualquiera se baja un pantalón pero no cualquiera se quita la camisa de fuerza de las ideas, el reto real esta en no volver a subir más el "cierre" (léase: censura, prejuicios, mordazas) mejor bajemos el ziper y mantengámoslo así.

Y como dije esto es un recordatorio, porque no faltará quien venga deprisa a querer cubrir la desnudes con una sabana para que nadie vea, para no ofender a alguien, que por lo general es quien al final desea apropiarselo, hacer exclusivo y colonizar lo que en realidad nunca debería dejar de ser nuestro. Y entonces volver a cubrirte con el grillete que ponga entre tú y tu cuerpo, a todos los que quepan y quieran adueñarse de él.

He aprendido que las palabras generan conductas, y si las palabras inician en la mente, entonces vallamos seleccionando las mejores, las que hablen más de nosotros y menos de los demás, las que nos describan mejor y no las que se vuelvan sólo demagógicas explicaciones ante lo que hacemos y porqué lo hacemos; así que comencemos entendiendo que ser Sexy es más una cuestión de actitud y no sólo de un cuerpo.

Para entregarlo, primero hazlo tuyo, porque tu cuerpo sin ti, no sirve.

Gracias Guillermo, con ustedes lo divertido siempre fue desaperender lo "aprendido"

viernes, 23 de julio de 2010

Los "te extraño" no miran para abajo

Hace unos meses me hice fan de un grupo en facebook que se llama “Odio cuando dicen te extraño y no hacen nada para verte”. Hoy siento que los “te extraño” han venido a ocupar un lugar lo más parecido a los “que te vaya bien” o al “yo bien gracias, ¿y tu?” tan vacíos, inocuos y estériles, que muchas veces no expresan el sentido real de lo que debería decir y que pertenecen más a esas  respuestas a un saludo que muchas veces tampoco busca saber realmente cómo se está y sólo cumple con un mero formalismo.
Hoy, como hacía ya mucho tiempo no lo hacía, esperé como auténtico grupi a ver la última película de Eliseo Subiela “No mires para abajo”, y me volví a enamorar de este argentino que crea historias de la nada, les pone música, cuerpos desnudos, lágrimas, muertos, metáforas, fantasías y despedidas… Entonces ocurrió que caminando solito (como cuando de niño caminaba de la escuela a mi casa), llegue a la conclusión de que cuando se trata de despedidas lo mejor que podemos hacer es no retrasarlas, nunca evitarlas, simplemente dejar que se den y que pasen.

Sigo pensado en ese grupo de face y me doy cuenta, leyendo los comentarios de los demás participantes, que en realidad nadie realmente esta ahí por mucho tiempo, es así como uno debería de aprender a vivir: con todo eso, y en la mayoría de las situaciones, sin todo eso… Subiela me ha dejado claro que las ausencias son más asunto de quienes se quedan que de quienes se van.

Fue así como pasó que una noche alguien desapareció. (yo creo que en el fondo su verdadero nombre siempre fue Esperanza, sólo alguien llamada así podría esfumarse tan rápido) No es lo mismo irse o despedirse que simplemente desaparecer, porque el que se va se va y sabes que se fue, ¿pero quien desaparece? ese nos deja toda su ausencia a nuestro lado para que nosotros convivamos, comamos, durmamos y hagamos nuestro día con su cuasi presencia

Sucedió que un día lo único que me había quedado de la ahora llamada Esperanza, había sido su desaparición, y esa comencé a diluirla, de manera fragmentada, en libros, letra por letra, esparciéndose en una hoja en blanco que fue devolviéndomela y haciéndomela de nuevo real.

Sigo pensando que las mejores despedidas se dan entre dos personas que piensan que se volverán a ver, lo demás son sólo escapes, pausas, muertes, secuestros, huidas y remordimientos, de ese tipo de cosas que en realidad nunca importan tanto, y que al final sólo alcanzan para crear un grupo en facebook para ver cuantos piensan y están como tú.

De esa película la mejor de las frases, cuya grandeza radica no en lo que se dice, sino en el momento en que se dice: -En la vida estarás siempre diciendo adiós, que eso no te impida amar- y entonces hacer las ausencias como Dios manda...

Cuando me miras

Su mano ya no era la misma al dirigir, en ocasiones le temblaba y sentía que la orquesta no lo seguía, había sido por eso que había dejado la música desde hacía diez años. Aun así sus composiciones continuaban sonando en discos, otras veces ejecutadas por una orquesta, pero la mayoría de las veces éstas sólo sonaban en su memoria.
En la tarde de su cumpleaños número ochenta, hicieron llegar hasta su casa una tarjeta de felicitación por parte del gobierno del estado, así como la notificación de un próximo homenaje en su honor, como el músico más prolífico que ese lugar había dado.

-¿Maestro Santamaría?-
-Soy yo, ¿quién pregunta?-
-Vengo de parte de la secretaría de cultura, me envía el director de la sinfónica del estado para comentar y afinar los detalles del homenaje que se prepara en su honor-
-Yo no sé afinar ese tipo de cosas hijo, y la verdad no me interesa ningún tipo de homenaje. De todos modos le agradezco, ahora si me permite tengo cosas que hacer.-

El instituto de música del estado de Oaxaca imaginaba su reacción, el viejo músico se había retirado del medio artístico desde que había enviudado hace más de una década. Ahora vivía sólo, acompañado solamente por García, mayordomo, chofer y secretario encargado de todos sus asuntos personales.

-Siento insistir maestro Santamaría…-
-Entonces no lo haga-
-Pero tengo órdenes directas del señor gobernador, el mismo presidente de la republica asistirá al evento, en verdad hay mucho interés por parte de la comunidad por que se le haga un homenaje en vida. Usted no tiene que hacer nada, solamente supervisar alguno de los ensayos y dirigir al final alguna pieza inédita. Se pretende grabar un disco en vivo, habrá músicos invitados de todo el país. Píenselo por favor.-
-Dígale a quien tenga que decirle que agradezco sus intenciones pero no me interesa-
-Está bien maestro, sólo le pido que lo piense, usted le daría realce al evento, prométame que lo pensará-
-No puedo hacer eso, hace mucho que dejé de hacer promesas-
-Está bien, y por cierto maestro, feliz cumpleaños-

Al quedarse de nuevo solo volvió en silencio a festejarse, la fecha de su cumpleaños era para él como cualquier otra, ya no había muchas cosas especiales en su vida, nada que le provocará el más mínimo sobresalto a su corazón. La voz de García sonó sobria y respetuosa como era costumbre.

-Disculpe que me entrometa señor, pero con todo respeto creo que debería considerarlo -
-Tal vez García, tal vez… de alguna manera me gustaría regresar a un escenario por última vez-
-No tiene que decir nada más señor, yo mismo me encargaré de todo-

García se encargó de arreglar todos los preparativos, como lo había hecho desde hacía diez años con todos sus asuntos. Había sido él quien se había hecho cargo de los funerales de su esposa, de su hijo y de sus nietos. Desde entonces se encargaba de custodiar y resguardar el aislamiento en el que el mismo maestro Santamaría se había sometido.
La sinfónica que se encargaría de interpretar su obrara estaba formada por los mejores músicos de todo el país. El maestro Santamaría supervisaba los ensayos tras bambalinas, en el más prolífico de los silencios, permaneciendo siempre escondido, no quería que nadie lo observara. Sus arreglos eran interpretados de manera magistral, como hacía años no los había escuchado. El director musical detenía el ensayo para corregir, para subir y bajar ritmos, para matizar volúmenes que dieran a los sonidos un impacto mayor al jamás escuchado en ese palacio de bellas artes. Él desde su lugar lo podía ver y escuchar todo, recordaba la época en que su imponente figura irrumpía frente a la orquesta, cuando su mirada inundaba todo el ambiente y los músicos se volvían uno con el movimiento de su batuta. Y fue entonces que en medio de esos recuerdos la encontró, inmediatamente después del compás cincuenta y seis, cuando llegó el momento del Adagio, cuando todo pasó de forte a piano. Los músicos bajaron sus instrumentos al comenzar el solo de violín. No lo podía creer, era ella el tipo de mujer por la que él se había convertido en músico, visiones como la que tenía en ese momento eran las causantes de que compusiera, de que creara algo para que los demás lo interpretaran.
Recargando su mejilla izquierda en la madera rojiza estaba ella, el Concertino, sosteniendo el violín delicadamente. La mirada del viejo músico no pudo ir a otro lugar que no fuera a la forma en como sus manos se movían, como sus ojos se cerraban, como su boca entre abierta dejaba salir un suave y casi imperceptible aliento, cómo todo su cuerpo se transformaba en sonido. La música también mata y él en ese momento lo supo.
Desde la parte de atrás del automóvil el maestro se dirigió a su chofer.

-García, la amo-
-¿Está usted seguro señor?, apenas y la ha visto una sola vez-
-A mi edad ya no se puede titubear con eso, algo te lo dice y ya no existe la posibilidad del error. He amado mucho en mi vida, sé lo que eso es y sé a lo que me refiero cuando te lo digo-
-Ahora le creo señor-
-Cómo me gustaría entrar en su ritmo… todo se trata de eso, del ritmo.

No podía esperar a los siguientes ensayos para volver a verla, mientras todo lo seguía supervisando escondido detrás de las cortinas. Estar mirándola desde ahí sin que ella lo viera era lo más parecido al silencio, ese que todo músico debe aprender a disfrutar y a dominar si es que quiere que sus sonidos tengan algún sentido. Pero esos eran los compases de espera más largos de su vida. Esa noche en especial fue larga, el recuerdo constante en su memoria no lo dejaba dormir, y cuando sentía que estaba a punto de amanecer la oscuridad volvía a empezar, como si el fin de la madrugada tuviera puntillos de repetición y entonces la noche comenzaba de nuevo desde el Da capo. Fue en medio de ese insomnio que se levantó a reescribir el solo de violín para ella, esas terribles noches no pueden ser desperdiciadas dando vueltas en la cama, en intentos absurdos de querer dormir. Y como nunca antes el volver a escribir una partitura le había costado tanto como en esa ocasión, metido en una bata de seda color vino sacó su coñac favorito, tomó unas hojas pautadas y entintó lo que sentía era lo más vital, quería que la combinación de corcheas, negras y blancas hablaran por él como nunca antes había sido capaz de hacerlo en tan solo quince compases, en los que debía de quedar claro que los ojos de ese Concertino eran los más hermosos que él había visto, más hermoso que ningún sonido jamás emitido y mucho menos por uno escrito por él.
Al día siguiente tomó una butaca al fondo del teatro y ahora desde la oscuridad de un palco lo miraba todo. Ahí estaba de nuevo ella, entre tantos sonidos un suave silencio la envolvía. Mientras que ella con esos mismos ojos y de manera concentrada miraba su partitura, nada más importante existía en ese momento para su mirada que ese pentagrama. Él estaba seguro de haberla visto antes, en otro lado, en otra orquesta. Quizá había sido en la de Berlín o cuando dirigió la sinfónica de Viena. Podría tratarse de ella, pero no, eso había sido ya hace muchos años.

-Maestro Santamaría, ya todo está prácticamente listo, sólo necesitamos que ensaye con la orquesta la pieza que usted dirigirá -
-Aún no esta lista, haré un cambio más-
-¿Un cambio? Quizá no sea conveniente, ya no queda mucho tiempo-
-Volví a escribir el solo para violín-
-El que toca...
-No... –Interrumpió súbitamente- no me diga su nombre, no quiero saberlo, no lo necesito.-

Días después al llegar por primera vez a dirigir el ensayo algo estaba mal, ella no estaba ahí.

-Maestro, cuando usted quiera-
-Algo no está bien, falta una persona-
-Es el Concertino, nunca había pasado esto con ella, es raro que falte a un ensayo, nadie sabe que fue lo que le ocurrió, pero no se preocupe que ya hay quien tome su lugar-

Algo similar había sentido cuando hace diez años se supo sólo para el resto de su vida, ese vacío regresaba estruendoso a su alma, no podía creerlo, no se había percatado hasta ese momento qué tanto necesitaba de su mirada.
Y sucedió el día del concierto, cuando fue su turno de subir a dirigir el numero final, entre un estruendoso recibimiento que lo aclamaba de pie mientras él con su lento caminar llegaba por última vez hasta el estrado. Al estar frente a la orquesta tomó la batuta, levantó las manos al momento en que los músicos prepararon sus instrumentos, alzó la mirada y a lo lejos la observo, era ella, había regresado. Fue ahí que sus miradas se encontraron por primera vez en sus vidas, sus ojos se abrían reconocido, y él, acostumbrado toda su vida a la presión de miles de miradas, por primera vez en su carrera de músico no supo que hacer con la de ella, no supo donde ponerla, a donde transferirla, a donde esconderla, cómo interpretarla. Un sudor frió lo invadió, sus oídos que siempre escuchaban el más mínimo sonido ahora no escuchaban nada, todo de nuevo volvía a ser silencio. La de ella era una mirada que jamás había sentido, que jamás se había posado en él, no se podía mover, no podía hacer nada... nada.
Comenzó la pieza con un Allegro enérgico, para después continuar con un pasaje Maestoso. No dirigía para el público, dirigía para ella. En ocasiones levantaba la mirada por sobre el atril, eran esos los ojos más tiernos, más dulces, quizá como los que había visto Mozart al escribir su concierto para piano numero 21. No era la música, era lo que ella hacía con la música, con su música.
Llegó el momento de su solo. Él nunca supo si lo había conseguido, si ella había logrado entender que en esas notas ya se le estaba yendo la vida entera hacia su última musa.
Al terminar el concierto estaba agotado, sentía como si hubiera dejado en el escenario un peso que hubiera estado cargado durante toda su vida. A punto estaba de irse cuando una voz que jamás había escuchado lo detuvo, volteó y por primera vez quedó a merced de su mirada, ya no había atriles donde esconderse ni sonidos que se interpusieran, era él solo, sin poder hacer más que intentar no olvidar su propia respiración.

-Maestro, disculpe, ¿podría darle un abrazo?-
-No, yo preferiría que no, existe una gran posibilidad de que no la volviera a soltar-
-Yo podría correr ese riesgo-
-Pero yo no-

Esa voz desconocida sonaba familiar en él, la miró por última vez queriéndole decir que su único deseo para el resto de su vida era que ella jamás lo dejara de mirar así, de esa forma en la que inyectaba vida a su ya decadente figura, con ese par de ojos que todas las mañanas al despertar se repetía que eran los más hermosos que él jamás había visto. Pero no pudo decir nada, en su lugar sólo articuló palabras que no correspondieron en lo más mínimo a su forma de sentir.

-En lugar del abrazo le daré un consejo, concéntrese un poco más en la partitura-
-Escribió un pasaje hermoso-
-No lo escribí para usted, lo escribí para sus ojos-
-No se cómo agradecerle-
-No tiene que hacerlo, ellos ya lo hicieron-

El anciano se cubrió la espalda con su gabardina negra y con ayuda de su bastón caminó despacio por el largo pasillo oscuro, rumbo a la salida en donde García ya lo esperaba, esa seguramente sería otra larga noche. Ella en silencio sólo miró su encorvada figura alejarse.

Una semana después el músico murió, y en su mente únicamente lo acompañó el sonido de un violín y la imagen de un par de ojos mirándolo fijamente.


By Marco Polo Pérez Xochipa

Glosario de términos:

Matizar: Combinar adecuadamente distintos colores y tonos
Batuta: Vara pequeña y fina que usa el director de una orquesta o de una banda
Compás: Unidad de tiempo de una composición musical, constituida por un número determinado de valores rítmicos (negras, corcheas, etc.) y formada por tiempos fuertes o débiles, según se acentúan más o menos
Adagio: [se pronuncia aproximadamente 'adayio'] Indica que una composición musical o parte de ella debe interpretarse con un tempo o ritmo moderadamente lento
Forte: En música, se emplea como acotación interpretativa para indicar que un fragmento o una pieza deben ejecutarse con fuerza o intensidad
Piano: En música, se emplea como acotación interpretativa para indicar que un fragmento o una pieza deben ejecutarse suavemente, con poca intensidad
Concertino: En una orquesta sinfónica, el concertino es el solista de la sección de violines primeros.
Compas de espera: Tiempo en el que se guarda silencio esperando para regresar a la interpretación.
Puntillos de repetición: Nomenclatura musical al final de un compás que indica que la pieza se repite desde el inició
Da capo: Expresión italiana que significa 'desde la cabeza' o 'desde el comienzo', y se usa en música para indicar que, en un momento determinado de una pieza, se ha de volver al comienzo y repetirla hasta un determinado compás o entera, hasta el final.
Solo: Obra musical que es interpretada por un solo instrumentista o en la que un cantante o instrumentista tiene un papel predominante.
Partitura: Representación gráfica de una composición musical, constituida por una serie de pentagramas en los que se colocan las notas y en los que se dan las indicaciones pertinentes sobre ritmo, carácter e intensidad.
Corcheas, negras, blancas: Unidades de medición musical.
Pentagrama: Serie de cinco líneas horizontales y paralelas, situadas a igual distancia unas de otras, que sirve de pauta para escribir sobre ellas las notas musicales
Allegro: Del movimiento musical moderadamente vivo, alegre.
Enérgico: Con energía
Maestoso: Majestuoso

jueves, 22 de julio de 2010

Cuando el destino nos alcance

Vi esta imagen y no pude estar más que de acuerdo, para quienes nos partimos los dedos aprendiendo a tocar una guitarra, para después subirnos a un escenario a enfrentar la rechifla del respetable; ahora resulta que ya cualquiera puede ser un Rock Star con todo y grupis. Esto es lo más cercano a empaquetar el espíritu y venderlo al por mayor (y hasta eso nada barato) No es clavadez, sólo es como ver a alguien usando una playera del Ché y no saber que se llama Ernesto y que no es cubano. Esto es parte del momento de marketing que ahora trata de vender experiencias religiosas como ser un Héroe de la Guitarra en 5 minutos sin salir de casa, con todo y la satisfacción garantizada.
El destino ya nos alcanzó, esto, como dijera mi abuela, ya son cosas del demonio.

(Ya sólo juego 10 minutos más el Rock Band de los Beatles y ya ahora sí apago todo)

domingo, 18 de julio de 2010

La inocuidad del Némesis

"Esto va dedicado a quienes prefieren
los finales inmediatos y misericordiosos
antes que las amistadas largas
y malintencionadas..."
-Delgadillo-

¿Insípidas paces o divertidas guerras?... por mi parte no hay mucho que pensar, estas cosas no se eligen.
Si en un endeble momento de peticiones la solicitud fue la de una amistad, hoy sólo puedo pensar en volverme su enemigo, y hablando así, en tercera persona, que es como se le habla al enemigo que se le respeta, evitando confiancitas fraternales que le quitan sabor a las tácticas de guerra. ¿O como le llamaría usted al cumulo de procesos tácticos en los que se busca la rendición del otro? ¿Cuando después de hacer (o deshacer) el amor, no vemos la hora de regresar a las trincheras para planear los embates y las batallas cuerpo a cuerpo?

Es cierto que los amigos ayudan, pero los enemigos son el límite que te hacen fuerte a punta de dolor, los amigos dan libertad pero los enemigos sólo buscamos prisioneros. Así que como su enemigo preferiría acercarme sigilosamente por atrás para atacar por la espalda cuando menos se lo espere, que esperarla sentado en un starbucks viéndola acercarse mientras levanto la mano para saludarla. Prefiero buscar su rendición quemando las naves para que no haya escapes ni treguas, estando alertas, esperando siempre uno por el otro, listos para que nos hagamos ver nuestra suerte.
Los enemigos tenemos la capacidad de guardar lo mejor para el final, el amigo quiere darlo todo de inmediato, sin esperar nunca nada a cambio; un némesis está pendiente, siempre está esperandolo todo...

Pero si pese todo y la petición sigue siendo "sé mi amigo", yo nunca podría negárselo, no sería la primera ni la última vez. Sólo deme usted un poquito de tiempo para acostumbrarme, déjeme prepara el terreno para la insipidez y la inocuidad, para derrumbar los faros, liberar a los caracoles, formatear las letras, habitar los estados de confort y llenarnos de todos esos lugarsitos comunes, para que así por fin este Diablo Guardián, se convierta en un Diablito de pastorela.


¿Insípidas paces o divertidas guerras?... por mi parte no hay mucho que  pensar; como usted ya sabe, estas cosas no se eligen, estas cosas también se contraen.

"Desde la Plaza de Armas de un lugar cualquiera, 
te escribo una carta para que tu sepas lo que ya sabías, 
aunque no lo dijera..." 
-Bunbury-


Atte: Su inminente próximo nuevo amigo

sábado, 17 de julio de 2010

4000 Soltadas...



En esta época en la que muy pocos leen, gracias a las 4000 personas que se dan un tiempo para seguirse soltando...


jueves, 8 de julio de 2010

Terapias

Estaba despierto pero con los ojos cerrados, respirando lentamente, como quien respira vida y exhala tiempo. Llegar y acostarse inmediatamente era parte de sus encuentros terapéuticos, entonces ella como toda una profesional tomaba su lugar y comenzaba con las preguntas.

- ¿Recuerdas la última vez que fuiste feliz? –
- Sí –
- Voy a comenzar pero me gustaría que mientras me fueras contando –
- Creo que esta sesión va a ser muy dolorosa –
- Puede ser, pero al final te aseguro que te sentirás mejor –

Así era cada sesión, Eliseo terminaba matando esas noches al fantasma que él mismo había creado en las mañanas. Ella sabía que su relato no se trataría más que del mismo discurso gastado de todos sus encuentros. Pero él casi no hablaba de eso, en todas sus citas evitaba hablar de cualquier cosa que se encaminara a citar a los fantasmas con nombres y apellidos. Ya había trabajado demasiado otras zonas de su cuerpo y de su mente, así que no podía dejar pasar esta oportunidad.

- Cuando ella se fue me hizo el mejor de los regalos, uno muy doloroso, su ausencia, esa sólo sirvió para mostrarme de qué manera me había abandonado a mi mismo. Siempre había creído que tenía que hacer o decir algo, avanzar, moverme, cualquier cosa, pero siempre algo y siempre yo. Así que cuando se fue no quise hacer nada, estaba cansado. Entonces comencé a dejar que todo pasara, que todo fuera tomando su lugar, sentía que ya era suficiente –
- Y ve, te quedaste sólo –
- Así es… muchas veces le pregunté qué era lo que quería que yo hiciera y ella me decía que ya no hiciera nada, que ya había hecho demasiado… –

Ella era toda una profesional pero no podía evitar comenzar a involucrar el corazón, se había convertido en un tratamiento tal largo que quería intervenir de una forma más directa, más personal y para nada profesional. De la misma manera no podía evitar sentir lástima por alguien a quien le pedía que narrara la última vez que había sido feliz y que éste en cambio le contaba cuando había sido abandonado.

- Aquí tienes un consejo Eliseo: cuando una mujer te diga eso no debes créele, siempre habrá algo que tú aún tendrás que hacer –
- Ahora lo sé, y cada vez que estaba a punto de hacer cualquier cosa pensaba de nuevo que ya era momento precisamente eso, de hacer nada. Por cierto, pensaba que ustedes no daban consejos –

Era cierto, su profesión le impedía aconsejar, no era propio, ella sólo tenía que limitarse a hablar del aquí y del ahora, situarse en ese momento, en ese tiempo y espacio, ayudar a vivirlo solamente en esa hora que él estaba pagando.

- ¿Duele donde acabo de tocar? –
- Un poco, pero para eso vengo, supongo que es parte de esta rara terapia –
- Es cierto, estas terapias son raras para mi también, pero tú eres un paciente raro –

Ella lo seguía mirando acostado con los ojos cerrados, tan vulnerable y a la vez haciéndose de una fortaleza que no le quedaba, definitivamente se estaba a involucrando demasiado. Sentía celos de la forma en como Eliseo hablaba de ese recuerdo, la nombraba de la misma manera en como alguien se limpia las manos para tomar delicadamente una frágil figura a punto de romperse, temiendo dañarla y a la vez sin poderle quitar la vista de encima. Definitivamente si esto seguía así tendría que canalizarlo a otra de sus colegas.

- ¿Sabes que extraño más de ella? Su manera de amar, era con silencios y distancias, su forma de cuidarme era perderme de vista, su idea de comprometerse era escapar y regresar después de mucho tiempo, como queriéndome mostrar que seguía estando tan vigente, así como un cumpleaños que se vive sólo un día pero que te quedas esperando todo el año –
- De verdad no entiendo como no se quedó contigo –
- Llevo años viviendo con esa pregunta a la que ya le he dado miles de respuestas. Al final aprendí que hay mujeres que te enseñan a besar y otras que simplemente te muerden los labios –
- ¿Y ella de cuales fue? –
- Imagínate… –

El tiempo corría y ella sabía que de un momento a otro tendría otra cita más, alguien más a quien atender, a quien escuchar, con quien compartir todo ese mundo de sensaciones que sólo guardaban para el momento de estar con ella. La agenda esa semana estaba llena y la idea de alargar la sesión más de lo programado con Eliseo no le era indiferente.

- ¿Puedo hacerte una pregunta personal? –
- Nunca lo habías hecho Eliseo, ¿Por qué comenzar hoy? –
- Porque siento que te conozco de hace mucho tiempo, además cada vez que vengo me llevo mucho de ti, pero si no quieres esta bien, entiendo eso del código ético y de evitar meterte de más con la gente que trabajas –
- No, esta bien, sólo que no estoy acostumbrada a demasiado acercamiento de ese tipo, la gente con la que trabajo, como tú dices, nunca lo hace, sólo llega, esta el tiempo que debe estar y se va –
- ¿Y ninguno de ellos te quiere ver por afuera de esto? ¿Lejos de aquí? ¿Ofreciéndote ser amigo o lo que sea para tenerte un ratito más o de plano todo el tiempo? –
- Como tú has visto soy una profesional, esto que hago es una vocación, no una simple profesión. Mejor hazme la pregunta que me querías hacer –
- ¿Tienes algún poeta favorito? –
- Claro, en este trabajo no puedes estar sin saber muchas cosas, y tener a tu poeta favorito es una de ellas. Es Jaime Sabines –
- Ahora lo entiendo todo –

¿Que había que entender? Su forma de hablar la confundía, después de cada sesión ella también se quedaba con muchas cosas de él, toda la semana la dejaba pesando en que le diría la siguiente vez que lo viera, en cómo evitaría su mirada para que ésta no la delatara, en como saldría ilesa de esa hora que nunca alcanzaba para conocerlo como ella quería, pero eso ella no lo podía decir, no podía mostrarse igual o más vulnerable que él. Estaba ahí para ayudarlo, para curar, por lo menos para hacerlo sentir mejor, era él quien necesitaba ayuda, no ella.

- Hablas de manera extraña Eliseo, como con claves, como quien da la respuesta y esta esperando solamente que se le haga la pregunta –
- Pensé que estarías acostumbrada a este tipo de diálogos –
- Contigo me estoy acostumbrando a muchas cosas, ha sido así desde la primera vez que llegaste –
- Hace tanto de eso, de verdad no sabes cuanto me haz ayudado, siento que estas sean ya las últimas sesiones –

No aguantaba las ganas de acostarse a su lado y también cerrar los ojos junto con él, para ver lo que él veía, para imaginarse las mismas cosas juntos. Hacía no mucho tiempo había recordado la primera vez que por teléfono escuchó la voz de Eliseo, inconfundible, parca y sin emociones. Cuando le dio el lugar y la hora para verse, y él de antemano agradeciendo el enorme detalle de poderle anticipar el precio de su tiempo. Cuando ella en un momento de rara sinceridad que no acostumbraba le preguntó el porqué de ese agradecimiento, él simplemente dijo: Gracias por no tenerme años descubriéndolo.

- Creo que deberías tomar terapia –
- A eso he venido contigo –
- Yo me refiero a terapia de verdad, con alguien que sepa –
- No creo que esa terapia funcione, además de hacerlo no podría contarte esto que quizá algún día podrías leer en algún lado –
- Nunca haz dejado de hablar como crucigrama –
- Entonces pon atención a mis verticales, que de mis horizontales hablaremos al final –
- No se porqué presiento que son en tus horizontales donde radica esa última vez que fuiste feliz –
- Me conoces muy bien –
- Más de lo que yo misma quisiera... –

Y terminaron su encuentro igual que todas las sesiones, sin recuerdos, sin rencores, sin ropa y sin deberse nada que no haya quedado estipulado desde un principio. Eliseo abrió los ojos y la miró, no paraba de besarla con el poema de Jaime Sabines en la mente: “Canonicemos a las Putas”…


By Marco Polo Pérez Xochipa

jueves, 1 de julio de 2010

Y creer en crear y croar y croar... (Oliverio Girondo)


Ahora que tocan los ojos,
que miran las bocas,
que gritan los dedos.
-Joaquín Sabina-
       
Si pudiera describirlo sería como estar acostado con las manos detrás de mi cabeza. El escenario es un lugar abierto, pasto, aire, cielo, humedad... Si pudiera plasmar el olor sería a limpio, despejado, a algo fresco que te entra por todos lados. Los ojos están cerrados y la boca esta sonriendo, los pulmones están oxigenados y el sol en la cara. El silencio lo es todo y se da únicamente para que todo se escuche, son tantos sonidos provenientes de tantas partes, los recuerdos son ahora los que te miran y todo se siente mejor con los pies, que ahora están más descalsos que nunca.

Es tener ya las respuestas y esperar solamente por las preguntas, es por fin ser recibido en el aeropuerto, son esos cinco segundos de claridad, son esas últimas tres hojas de tu libro favorito, el cual ya traes por todo tu cuerpo. Es andar ligero con toda tu música en la punta de tus dedos, es una botella de vino a la mitad, es saber que decir y decidir no decirlo, es apagar arriba y prender abajo, bajarle al pensar y subirle al sentir, son miles de madrugadas esperando los amaneceres, es descansar estando listo, disfrutar involuntariamente, es esperar solamente el momento en que te llamen a entrar, es simplemente la hora de la caía libre... Así saben los treintas.

            

               Es hora de regresar al nombre original de este Blog, porque el nuevo Tiempo de los Pingüinos está aquí, porque sigo creyendo que lo mejor de la vida siempre ocurre Cuando Te Sueltas.