El Blog de Marco Polo Pérez Xochipa

viernes, 11 de noviembre de 2011

11 del 11 del 11

Este año se me negaron las ideas (las de la Ciudad de las Ideas, no las propias) pero el premio de consolación fue el congreso: Despertar de la Conciencia 11-11-11, y que este capicuismo de números traía. Las ideas despiertan la conciencia y viceversa, por lo que asistí a la ponencia de Silvia Olmedo en busca de alguno de esos dos detonadores antes mencionados. Ella guapa como en la tele, hablando de los misterios del amor y la sexualidad igual como en la tele, interesantes ideas que reafirmaban en su mayoría cosas que ya tenía noción... como en la tele. Al terminar la conferencia recordé que en la entrada habían mencionado que al final el autor de un libro daría una breve platica sobre su obra que hablaba de los mantras mexicanos, así que mientras la mayoría salió del recinto a que Silvia Olmedo les firmara algunos ejemplares, yo me pasé hasta adelante para escuchar a Prem Dayal hablar sobre su último libro.
Siempre me ha gustado la forma en como los autores hablan de sus obras, y Dayal en un atropellado pero florido español, aprendido después de vivir diez años en Coyoacan, lo hacia expresarse de una manera que en Italiano, su lengua materna, no lo hubiera podido hacer, lo que me puso a pensar que son los extranjeros quienes tienen más libertad de usar las expresiones que a nosotros mismos se nos censuran.

Hace ya 5 años que experimenté algo similar en un viaje a Hong- Kong, cuando en una cultura que no conoce nuestro idioma, los mexicanos que ahí estábamos después de algunos días nos sentimos libres de decir groserías por todos los lugares en donde llegábamos a estar, y a esa sensación de sentirse como en casa por usar el "pinche" para todo, se le unió el de la libertad que da el usar palabras para expresar pensamientos y emociones que normalmente no ocupas (por lo menos no de la misma manera) en tu país. Fue en ese mismo contexto que de visita en un templo budista se podía tomar material de consulta, libros, imágenes y audios para adentrarte y conocer más acerca de la religión, lo que me hizo tomar un poco de todo pensando en lo que me estaba ahorrando en suvenirs. Dentro de esos recuerdos estaban las grabaciones de los primeros mantras que conocí, interpretados por los mismos monjes del lugar.

De regreso con Prem Dayar, se abordaba la idea de Dios, o Diosito como él lo llamaba; manejando una idea alejada de alguna doctrina religiosa y poniéndolo en un nivel más fraternal, sin iglesias intermediarias. La premisa trataba de que en el transcurso de nuestra vida vamos dejando la autenticidad del alma infantil, piezas únicas que los alquimistas de sociedad gustan de convertir todo en un fenómeno de masas, transformándonos así en adultos llenos de apegos. Esta idea contenida en el budismo tibetano siempre la he considerado básica dentro del esquema de la felicidad, pero pocas veces están a tu alcance las herramientas para desapegarte y purificarte. Fue entonces cuando Prem habló sobre esa medicina que es nuestra aportación nacional, que él  mismo enseña y llama los tres mantras mexicanos, que los mismos budistas tibetanos aprenden y practican y que ahora están llevando hasta su país.
Dentro de la meditación, (que él la concibe como el camino para volver a ser quien eres) el primer mantra que comienza el proceso de liberación del espíritu e inicia el acercamiento con Dios, es para tratar de regresar a la inocencia a través de soltar ideas, ideales, entonces el mantra del desapego es: "Me vale madres". El siguiente mantra mexicano es el de la purificación, preparándonos para el encuentro con Dios, y éste es: "A la chingada", descargando así la frustración que debemos sacar en encuentros privados y nunca con alguien más. Y para cerrar el mantra del diamante, como él lo llama, donde México se vuelve refinado y que menciona que en ningún idioma ha encontrado palabra para expresar este sentimiento; entendiendo que los problemas y tu idea de ellos son los que te alejan de la realidad, y es cuando el mantra de la desidentificación es: "No es mi pedo".
Este conjunto de mantras mexicanos de desapego, purificación y desidentificación, trabajados en sus talleres de meditación, buscan llegar a ese momento de luz en el que te encuentras con la nada, entonces se llega a la ley universal que él llama: "No hay pedo".
Los 25 minutos de Prem Dayal fueron lo mejor de la noche, escucharlo me reiteró mi idea sobre la fuerza de las palabras, al tiempo que recordaba que era el cumpleaños de una amiga y me dije, total, me vale madres, no es mi pedo y me fui a tomar vino gratis a la venta nocturna del Palacio de Hierro.

(Por cierto Ale, si estas leyendo esto: ¡Feliz cumpleaños!)

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Los ensayos con Sabina

En algunos lugares cuando alguien se va a dormir dice que se va a ensayar un rato la muerte... 
Yo vivía desde hace algún tiempo con un fantasma (y quien no?) con un duelo no resuelto que llenaba vacíos y que acaparaba una atención que jamás me llegó a exigir. Si me pusiera romántico podría decir que era el mismo fantasma que se hacía más fuerte cuando yo lo extrañaba, que me endulzaba el café y que me susurraba al oído todo lo que escribía. Pero si fuera todo lo opuesto, podrá decir que me jodía la vida, que me asustaba y que se me aparecía en los peores lugares. Es decir, uno de esos espíritus chocarreros el cual tenía que exorcizar con la ayuda de alguien, y fue como este año el que la hizo de sepulturero fue Joaquín Sabina, quien en cada canción hacia un exorcismo. No había mejor sacerdote que él ni mejor iglesia que su concierto. Fue entonces cuando el fantasma me dejó de poseer junto con una lagrima en medio de este verso:

"Que no te compren por menos de nada,
que no te vendan amor sin espinas,
que no te duerman con cuentos de hadas,
que no te cierren el bar de la esquina..."

Desde entonces todo se a vuelto más ligero, desde entonces la princesa de la boca de fresa se fue para dar el lugar al pirata cojo, el mismo de antes, el de la pata de palo, el parche en el ojo y su cara de malo.

Así es como a pocos días después de su presentación escribo esto desde un café en el centro de la ciudad, donde ha coincidido en esta víspera de día de muertos un desfiles de catrinas con el de la santa muerte. Estas fechas me saben a vida, a comienzos, y el fin de año me huele a pausas, a inminentes finales que de nuevo me toman por sorpresa.
Yo no quiero un fantasma colgando de mi atención, lo que quiero es un recuerdo en forma de libro, uno que después de recordar por las noches antes de dormir pueda dejar en el buró y retomarlo después, cuando quiera desde donde haya puesto el separador, para al final terminarlo y ponerlo en el librero junto a los demás recuerdos.
Mientras eso ocurre, mientras que los fantasmas se nos sigan apareciendo para darnos vida, yo prepararé el siguiente año una ofrenda y seguiré asistiendo a mis ensayos de todas las noches.
  

"Todas las cosas tienen que pasar, todas las cosas tienen que irse..."
George Harrison "All thing must pass"