El Blog de Marco Polo Pérez Xochipa

miércoles, 30 de enero de 2008

All you need is Beat

Ahora no tengo problema en decirlo, menos tengo problema en que lo entiendan, pero hoy estoy más seguro que nunca que la vida podría ser entendida desde una canción de los Beatles.

Siempre lo supe, una canción de Lennon & McCartney puede ser incluida perfectamente en un dialogo. Sé que mis detractores podrán decír lo que quieran, pero nada tan polifacético, tan ergonómico, tan moldeable, tan mimetizable como los Beatles. Es música de circo en "Love" del Cirque du Soleil o música que ayuda a entender el entorno de alguien con retraso mental en "Yo soy Sam". Ahora el Jai guru de va om viajará a través del universo a velocidad luz y le tomará 431 años llegar a su destino final: Polaris, que queda a 2.5 trillones de millas de la Tierra.
Un sueño más que se cumple, no soy el único loco que puede responder a una pregunta con una estrofa de John, Paul, Goerge o Ringo. Ahora que veo esta película me vuelvo a acordar del origen cómico/mágico/musical que me inició en la beatlemanía, ahora que los colores y las imágenes me hacen recordar que yo también tuve esos viajes hilarantes que me hicieron no solo oír, sino ver y vivir las canciones.

Es cuando me doy cuenta que me equivoqué de época, yo debí haber cantado en Avandaro, debí haber estado en Tlatelolco, tocado real música de protesta, debí haberme pintado flores en la cara y debí emborracharme y fumar marihuana con alguien parecido a mi padre.

Y el complemento perfecto fue mi acompañante, a quien también la película la dejó sin aliento, la que no habló pero que todo el tiempo supe que estaba ahí, sonriendo y tarareando alguna canción, la que al salir estaba tan feliz como yo de haber visto las canciones un día en la vida... gracias por tantas coincidencias.

Kira in the sky with diamonds...

Yo soy él, como tú eres él, como tú eres yo y nosotros somos todos juntos.

sábado, 26 de enero de 2008

Esprit de l’escalier


Esta historia comienza al cerrar los ojos, ahí inicia todo.

Yo soy de los que cree que el camino de regreso siempre es muy diferente al de ida, y aunque son los mismos pasos y la misma distancia, el animo es diferente, nosotros ya no somos los que regresamos, ahora somos lo que el camino da de vuelta. El primer ingrediente de estos recuerdos es uno que se conecta con un pasaje del cuento "Tripas", parte de la novela "Fantasmas" de Chuck Palahniuk, que en voz de Pipe Ríos y su excelente acento chileno, se revolvía en mi estomago a la vez que me fascinaba con su manera de crear imágenes en mi mente.
La situación se da de esta manera: En dicho cuento se menciona que los franceses tienen una frase: “el espíritu de la escalera”. (Esprit de l’escalier), la cual se refiere a ese momento en que no supimos que decir, en que no tuvimos las palabras precisas, pero que momentos después mágicamente llega a nosortros la respuesta perfecta, sólo que ya es demasiado tarde para que esa persona que debería escucharla la escuche. ¿Difícil de pensar? no lo creo, todos a lo largo del día pensamos en respuestas a situaciones que ya pasaron, donde ya nadie nos escucha, donde lo que que pensamos hubiera quedado como la mejor respuesta, pero que en ese momento ya no sirve de nada, y sólo esperas a que la vida te vuelva a dar la oportunidad de estar en una situación similar y ahora sí poder decirla.
Y es ahora, algunos meses después, que el espíritu de esta escalera se asemeja a esa de la que hablaba Led Zeppelin, la que llegaba al cielo, larga, larga, larga, que une un pasado borrascoso con un futuro abstracto. Es hasta hoy que tengo ya todas esas respuestas ensayadas a todas esas preguntas hechas y no hechas, a todas esas afirmaciones y descalificaciones, a todas esas apreciaciones y situaciones en las que en su momento no supe que responder, cuando mi silencio de nuevo habló por mi, cuando mis palabras fueron ofrecidas como un intento escueto por intentar puntualizar una postura no obtenida hasta el día de hoy que por fin digo algo inteligente pero ya no hay nadie cerca para escucharlo. Cuando como espíritu, la escalera me viene a escalonar respuesta tras respuesta, una cada vez mejor que la anterior... pero ya sin otro fin mas que el de la autosatisfacción de haberlo pensado aunque ya sea tarde, y con la esperanza de que esa misma escalera la próxima vez sea un poco más corta.

Mientras se tengan más palabras para hablar del mundo, lo entenderemos mejor. Bien por los franceses, tienen explicaciones y palabras para todo.

domingo, 20 de enero de 2008

Wie im Himmel desde Suecia

Cuando me preguntan cuales son mis libros favoritos siempre me gusta responder que no son los que yo busco, sino los que me buscan a mi, los que saltando de los estantes me encuentran. Lo mismo pasa con CD´s y con películas. Y es que la idea de ser encontrado por un libro que por algo sobresalga de los demás, me hace sentir que el entorno trata también de comunicarse conmigo, de decirme algo, como ahora lo sé, está sucediendo todo el tiempo.

Las experiencia de entrar a una sala de cine vacía es fantástica y desoladora, tantos lugares sólo para ti, y como siempre busqué un lugar al centro de la sala, quedando exactamente frente a esa enorme pantalla blanca. Hay ocasiones que esperando a que empiece la función fantaseo con la idea de que es así como, al morir, regresamos a ver la película de todo lo fue nuestra vida.
Fue así como un día antes de uno de mis cumpleaños entré sólo a una de las salas pequeñas de los cines de angelópolis, de esas que se destinan a cintas que no son taquilleras. El pretexto era "Así en la tierra como en el cielo", (Wie im Himmel) película del director Sueco Kay Pollak, nominada al Oscar como mejor película extranjera en 2005.

No pretendo contar la película, pero es difícil no querer transmitir todo lo que uno siente al ver a Daniel Daréus regresar enfermo a su frió y nevado pueblo natal al sur de Suecia, como el afamado y ahora retirado director de orquesta, pretende dirigir esta vez a un pequeño coro de iglesia que termina tocándolo y cambiándole la vida. Viejos fantasmas que regresan, nuevos que comienzan a crearse, sonidos que tocan los corazones de cada integrante, aprendizajes en bicicleta, amores que transforman, sangrados que provienen de dirigir orquestas y de golpes de una pasado que como suele pasar, nunca se quedó del todo atrás, todo esto envuelto en una excelente música.
Debo confesar que el inesperado final que se une con el principio me sacó un par de lágrimas y me hizo permanecer sentado hasta le final de los créditos, usando como catalizador un excelente conjunto coral que hace que se te enchine la piel.

Si he de quedarme con algo es con la idea de Daniel de hacer música para abrir los corazones de la gente, con los ojos y sonrisa de Lena, con la pieza hecha para Gabriella, con el paisaje y las estepas suecas, con el coro que el músico escucha en la última parte, con su sol que enfría, con su nieve que quema, con la importancia de tomar café, pero más que nada con el primer y último minuto, esos que se unen en un extenso campo de trigo, donde la vida se vuelve a unir, donde uno se reencuentra, donde se cierra el circulo, tal y como marcan los principios de la Gestalt... todo es un ciclo, será que soy tan afecto a los regresos.
Y fue así como una vez más fui encontrado en la tierra por un entorno que se quería comunicar conmigo desde el cielo, Wie im Himmel... en todos lados debiera ser igual. La vida es una orquesta: Empecemos juntos. Terminemos juntos.

jueves, 10 de enero de 2008

Ya me permití ser patético...

Si no creas la causa, no experimentas el efecto... Era así como la venerable Kelsang Sukha, mi guia en el camino Budista, dejaba claro que en la vida debemos permitirnos ser de todo.
A eso perfectamente se le puede agregar lo que escribió Barry Stevens "La felicidad consiste en permitir que todos los sucesos sucedan"

Y fue así como en medio de un viaje retrospectivo me reconecté con episodios pasados de mi vida, y uno en particular me remitió al momento en que permitiéndome ser todo lo patético que podía ser, le pedía a alguien que no se fuera. Eso a su vez me hizo recordar también cuando una paciente (a quien debería llamar usuaria) me pedía un consejo para retener al ser amado. Sin duda lo primero que me vino a la mente fue la idea de que si bien ni yo tenía claro cómo hacerle para retener a alguien, lo que sí sabía era como hacerle para que esa persona no regresara: ruégale que se quede, permítase un poco de patéticidad en su vida alguna vez. Y es que haciendo eso te das la oportunidad de una cosa al menos, el de ser patético y verte a ti mismo tocar fondo; te das entonces la oportunidad de vivir la respuesta a la pregunta "¿con esto haré que me quiera más?" Ya me imagino el siguiente momento, la escena reconciliatoria diciendo diciendo algo así como: "la verdad es que pensaba dejarte, pero tu sabes que me enamoras y excitas cuando arrodillada me abrazas y llorando me pides que no te deje".
Tal ves esto suene más a una técnica paradójica en donde se prescribe el síntoma, a las llamadas zonas erróneas o a los pensamientos imperfectos. Lo que sí es seguro es que al final, de vuelta a mi recuerdo original, sólo pude pensar (mientras recordaba mis batallas perdidas) en cómo había sido capaz de hacer esas tonterías.
Pero de lo que se trataba era de vivir creando las causas para experimentar los efectos, fue entonces que permití que los sucesos me sucedieran, me permití ser patético, así como en alguna ocasión me permití ser cobarde, ser valiente, ignorante, patán, experimenté sus efectos y ahora me estoy permitiendo, no sé porqué, contar aquí todo esto aquí.

Alguna causa y algún efecto deberá tener...

miércoles, 9 de enero de 2008

Oliverio 2005-2008


A principios del 2006 volvía de Hong Kong, en uno de los regresos más horribles que he tenido, donde nada me esperaba, donde como ya he dicho antes, regresaba a ser un extraño en mi propia tierra. Y mientras mis intentos de adaptarme me trajeron letras y recuerdos, mi sentimiento de soledad me daba la bienvenida, porque esta vez no viajaba conmigo, porque en el último momento se bajó del avión para ser el primer sentimiento en recibirme.
A mi regreso, y motivado por un sentimiento de paz budista cocinado expresamente en uno de sus santuarios, mi primer impulso de conexión con la realidad fue combatir las dos cosas que más extrañaba en ese momento (Hong Kong y mi ella...) con la presencia de un acompañante, de algo vivo, de un amigo fiel, de alguien que fuera parteaguas de ese regreso y se materializara como el inicio de un duelo anticipado, en pocas palabras: lo que había significado "Willson" para el naufrago. Y fue como en un acto impulsivo entré a una tienda de mascotas y compre un anaranjado y brillante pez japonés, era ese el mejor símbolo de mi regreso de oriente. Su destino fue mi habitación, y mientras servía su alimento le ponía un poco del blues de BB.King.
No me dio tiempo nombrarlo, al día siguiente amaneció nadando muy cerca de la superficie, nunca había tenido un pez así, pero no creo que por muy japones que hubiera sido su forma de nadar fuera esa. Nunca supe si fue culpa del blues de BB.King o de vivir cerca de mi el que lo orilló a hacerse el harakiri, pero si no iba a aguantar ninguna de esas dos cosas era mejor así, la última vez que lo vi daba vueltas en la tasa del baño.


Tres días después una amiga de ese viaje se apareció con un regalo, era un pez Betta, azul turquesa, estático, pasivo, pero agresivo al ver su reflejo. Fue así como Oliverio llegó a ocupar ese lugar que yo no sabía que tenía disponible para alguien, me aguantó a mi y a los blues más lastimeros que escuchaba por esos días, aguantó tres caídas mientras trataba de cambiarle el agua, en ocasiones me acompañó a escribir, también me acompañó hasta que el duelo y los que vinieron fueron superados, soportó mis olvidos, soportó mis ronquidos, me recibió de otros viajes, y hasta me inspiró en uno de mis cuentos más favoritos.

Hace hora y media encendí la lampara cerca de él, recostado en la cama volteé a verlo y lo miré en el fondo de su pecera, estático como siempre, pero ya sin ese azul turquesa tan característico de él.

Lo llamé Oliverio como homenaje al protagonista de "El lado oscuro del corazón" y al poeta Girondo, y es curioso que se haya ido en una noche en que las renovaciones tienden a comenzar, cuando todo el día traje en la cabeza el "... ahora que las tormentas son tan breves y los duelos no se atreven a dolernos demasiado..." cuando caía en cuenta que hacía ya mucho tiempo no escuchaba algo de BB.King.
Aún no decido a donde lo llevaré, pero definitivamente su destino no será dar vueltas en el escusado.


Son este tipo de detalles, que llegan en ciertos momentos, los que te hacen ver que las cosas ya no volverán a ser como antes.

Venga Oli...

jueves, 3 de enero de 2008

Con ustedes, en su esperada primera aparición...¡el alebrije!

Todos sabíamos que estas lineas llegarían, algunos pensaron que la situación no ameritaba su aparición, mientras que otros se les hacía extraño que estos espacios siguieran en blanco, la cosa es que el silencio también es una manera de hacer un tributo, y este tributo se ha extendido demaciado. Recuerdo que hay ocasiones en que tengo tanto que decir que no digo nada, para después darme cuenta de que en realidad no tenía nada que decir, y que ese silencio no representaba más que exactamente eso, sólo silencio. Y la cuestión es que el silencio persiste y mis ganas de hablar también
En relación a eso, fue como gracias a una tarea del buen Pipe Ríos nació "El origen del Alebrije", cuento corto, como lo fue mi Alebrije, y a la vez largo, como lo es la permanencia de su recuerdo que aún ronda mis pensamientos más oaxaqueños.
De su mano, y como siempre pasa, también llegó Drexler con su "Soledad", presentandome de nuevo sus credenciales, y comenzando el soundtrack de lo que seguramente será una serie de escritos que me comienzan a dar ganas de escribir.
Gracias pues a ese Alebrije, (una de tantas gracias que le tengo destinadas) y también a su origen, que pronto publicaré por aquí.
De su mano fue como comenzó, y de su mano (como clarito lo pueden ver) también fue que tomé eso que me embriagó por casi 12 meses, 12 meses sin intereses (título del siguiente cuento)... si, lo sé, lo sé, ni las manos metí, pero a quién no le gusta que le den las cosas en la boquita?

miércoles, 2 de enero de 2008

A propósito del año nuevo

Extraído de un libro que aún no existe
La carretera no era más que un mar de luces rojas de autos que avanzaban enfrente y de luces blancas de los otros coches que venían en dirección contraria en el carril de la izquierda. Y mientras que delante de mí todo era brillo y destellos, a los lados era penumbra, total ausencia de luz. Árboles negros dentro de campos negros, sumergidos en la oscuridad de la noche. Me gustaría detenerme y bajarme un momento, cuando abro un poco la ventanilla un aire fresco entra para despejar la atmósfera viciada del interior, pero no me puedo distraer, tengo que estar atento al cambio de luces y a poder rebasar a tiempo, siempre por el lado izquierdo.


Hace algunos minutos salí a ésta carretera de alta velocidad después de cruzar un par de poblados con caminos de terracería y mala pavimentación. En esos caminos podía pensar más, distraerme con las pequeñas casitas a las orillas de la carretera, de esas que en la noche dejan sólo colgando un foco amarillo encendido en su entrada, haciendo que la casa se vea aún más desolada, y a su vez dando esperanzas de vidas aisladas que esperan a alguien que no ha llegado, ahora no hay nada de eso. Pero en verdad me gustaría bajarme un momento, caminar, internarme hacia dentro de esa oscuridad, a ver hasta dónde llego, quizá sin darme cuenta caería en un barranco o me detendría alguna alambrada que delimita las zonas federales, pero aunque no llegara muy lejos me gustaría hacerlo, cambiar un poco la ruta, salir de lo mismo de siempre, sentir un poco, sólo un poco de libertad.

A lo lejos se comienza a ver la ciudad, no son más que miles de luces, un mar aún más inmenso de luciérnagas que ilumina sólo la porción de cielo que le corresponde.
Definitivamente abriré completamente la ventanilla para que el aire de esta noche entre del todo, de golpe, y también en la próxima gasolinera me detendré a estirar las piernas un momento, a fumarme un cigarro, entraré al baño y compraré un café, el coche tiene ese porta vasos que nunca uso, quiero comprar algo para poner ahí. También en alguna curva aprovecharé la ventana abajo para aventar los discos de Nicho Hinojosa que ya no soporto, debí traer el blues solitario y lastimero de Clapton. Así que no me quedará más que poner el AM en la radio y saber qué es lo que la gente de por aquí escucha. Siempre me ha gustado escuchar esos programas donde la gente habla a la estación de radio para pedir canciones o mandar saludos, saber que en ésta madrugada hay gente despierta no me hace sentir tan solo. También si hubiera alguien pidiendo aventón se lo daría, pero la carretera está vacía de gente, ahora son menos los autos que hace un momento, así que con menos luz la noche comienza a tornarse azulada, el cielo esta un poco más despejado, se pueden ver más las estrellas.
Nunca un año nuevo me había encontrado así, en el camino, escapando, regresando, siempre había estado rodeado de gente, ahora sólo soy yo y el AM de la radio.
Por fin encuentro una estación de servicio donde puedo comprar mi café y tal vez abrazar a alguien, no podría empezar éste año sin un brazo, sin uno por lo menos.

Original del 1 de Enero de 2004