El Blog de Marco Polo Pérez Xochipa

miércoles, 26 de diciembre de 2012

El Efecto Mariposa

Hay mariposas maleables, flexibles con olor a dulce, que son azules, que llegan y te hacen el día aunque sea de noche...

Llegó como llegan las cosas buenas en la vida: sin esperarla, tomándolo por sorpresa en medio de aleteos tecnikolor como sacada de una canción de Páez. Se posó en su hombro y le sonrió, después emitió un canto que le era familiar; sonidos y risas de vuelos pasados, de vidas al borde, de pestañeos largos e hipnóticos. Él sentado desde su luna la miró a contraluz y todo tuvo un nuevo sentido, contemplarla a la distancia le hacia apreciar mejor sus movimientos, a la vez que se volvía a preguntar si habría sido enviada desde alguna parte o todo era un efecto de la casualidad, que de igual manera para ese momento, en que sus planetas se volvían a alinear, realmente ya no importaba mucho.
Había algo en el ambiente que se combinaba con su presencia, era la mezcla de lo onírico con lo real, y entonces él se volvía uno con el universo, con su luna, con esa parte olvidada por él mismo. Y regresaban de todas partes hasta donde él estaba, todas las sonrisas guardadas, la esperanza dormida, la alegría negada.

El efecto mariposa tenía ahora un nuevo significado que se podía tocar; ese aleteo desde mares lejanos que ocasionaba huracanes, que sacudía y alteraba vidas lo volvía a envestir. Y él sentado desde su luna, con las ideas encendidas en su cabeza como una sola estrella, la contemplaba desde las alturas, a la distancia, esperando el momento justo de aventarse y volver a volar.